Fragmento N°37

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El Mercurio navegaba rumbo nor noreste, sus velas rebosaban triunfantes, como si el mismísimo orgullo de su capitán fuese el viento que las sostuviera plenas y firmes, manteniendo el ritmo a lo largo de su curso

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Desde que habían zarpado de Noronha, Piet Hein había insistido en mantener el curso sin importar las circunstancias. Se dirigían al norte, al límite de las zonas dominadas por la flota española, justo donde comienzan las Antillas insulares. No eran naves españolas lo que esperaban encontrar, la inteligencia holandesa indicaba que dicha zona coincidía con el radio de acción utilizado por El Celta. Esperaban navegar sobre dicha franja, aguardando el momento, que El Retiro apareciera para darle caza.


Piet Hein, posicionado en el alcázar, se encontraba con la mirada fija en el horizonte, meditando. Algo le llamaba la atención, sus espías en la flota española habían informado hacía ya varios días el ultimo avistamiento de la nave del capitán Gregor, rumbo hacia el sur.


Él esperaba interceptarlos mucho antes de incursionar en aguas españolas, pero se estaban aproximando al caribe y seguían sin tener rastros de El Celta. Su instinto de mar y de guerrero le indicaban que se acercaba el momento, si no había noticias desde caribe y en su rumbo al norte no surgían indicios de su enemigo, la intuición le indicaba que el cerco se estaba estrechando, y pronto alguna pista emergería. Se irritó cuando oyó el silbato del contramaestre indicando un cambio de maniobra.


—¿Por qué hay un cambio de curso?— Preguntó secamente.


El Primer Oficial respondió: —El vigía ha visto algo en la costa capitán, cambiamos sutilmente de curso para poder obtener una mejor vista. —


Hein respondió: —Si no es mucha molestia oficial, sugiero que la próxima vez se me consulte ante un cambio de rumbo. Si es que usted no quiere pasar la tarde fregando la cubierta. —


Se acercó a la barandilla, extendió su catalejo y observó, el sol le negaba nitidez a la distancia, pero logró vislumbrar cuerpos esparcidos por la playa y algunos objetos flotando en el oleaje. Respiró profundamente, como si estuviese olfateando a su presa.

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