Fragmento N°42

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El amanecer golpeaba el océano, los primeros rayos de sol generaban un reflejo sobre el mar, provocando una vista hermosa, digna de un espejismo.

Con la primera luz, El Retiro volvía a la vida, los hombres murmuraban al encaminarse a sus posiciones y sus voces emergían de las profundidades de cada cubierta indicando que el día había iniciado.

Greg semi dormido, despertó cuando un silbido agudo indicó el cambio de guardia.

Volvió a incorporarse, y se sorprendió al encontrar a Nock también despierto. Debía decirle la verdad, pero no se sentía preparado para ello. Observó su pecho, y posó su atención en como este se expandía trabajosamente en cada inhalación.

La puerta se abrió sutilmente, y la Srta Hein ingresó en el cuarto con un balde y vendas. Al entrar, tuvo que girar para cerrar la puerta tras de sí, y Gregor quedó inmóvil, observándola de espaldas. Favre le había conseguido un nuevo vestido de entre las pertenencias acumuladas abordo, simple pero elegante, ella lo había remendado para que fuera de su talla.

Al girar, Elizabeth notó que estaba siendo observada. —Buen día. — arrojó a Greg.

Gregor se sonrojó, —Buen día Srta Hein. Noto que Favre le ha dado libertad de circulación.—

Ella indiferente se dirigió a Nock: —Buen día oficial Nock. Me alegra verlo despierto, ¿cómo ha dormido?—

Mientras aguardaba respuesta de Nock, Elizabeth comenzó a cambiar sus vendajes y la toalla húmeda sobre la frente del primer oficial. —Ya sabe…Srta Hein…el capitán Gregor no es muy conversador…las posibilidades de morir de aburrimiento…aumentan cada segundo.— respondió Nock, haciendo una pausa, buscando recuperar aliento tras algunas palabras.

Completó, —Solo su voz… parece producir alguna mejora… en mi actual condición.— Elizabeth sonrió y respondió:

—Ahórrese las energías para recuperarse, no las malgaste en cumplidos. Les traeré el desayuno en algunos minutos.— Y se retiró sin dirigirle la mirada a Greg.

Al estar solos nuevamente, Nock se dirigió a Greg: — Esa mujer es el cielo.—

—O el infierno.— replicó Gregor

Y una carcajada espasmódica brotó de la garganta de Nock.

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