Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Greg frunció el ceño, volvió a consultar: — ¿Con que sabe manipular las disputas entre los hombres?— Volvió a sentarse en la litera y dijo: —Por mal que me pese, esa mujer salvó a Nock esa tarde en la costa, y sus cuidados hicieron que sus últimas horas fuesen más placenteras de lo que cualquiera de nosotros podría haber hecho con su mejor esfuerzo—
Favre asintió otra vez, cada vez que el galo afirmaba, con su cabeza generaba un singular movimiento, que se asemejaba al saludo que realiza un soldado al dirigirse a alguien de rango superior. Su pasado en la armada francesa se dejaba entrever en algunos rasgos o gestos que evidenciaban su formación de marino.
Greg acotó : — También debo reconocer que la muchacha tiene más puntería que la mitad de los marineros de esta nave, y su dominio del sable haría que el mismísimo rey Felipe se hiciese en los pantalones.—
Greg elevó su mano al mentón, y sosteniendo su barbilla hizo una mueca pensativa. Luego de una pausa dijo: —Ese viejo bastardo de Hein, ha adiestrado a la muchacha mejor de lo que cualquier academia militar podría haber hecho. —
Favre sonrió y acotó: — Capitán, sé que no es relevante, pero en los días que usted ha pasado aquí, ¿ha notado algún cambio en la comida que le hemos traído?—
Greg borró la sonrisa de su rostro y preguntó:—¿Acaso también ha puesto en régimen la cocina de la nave?—
Favre sonrió sin mover su cabeza y dijo: —Yo jamás me destaque en la cocina capitán, y hasta donde sé, tenemos buenos marineros, buenos tiradores y espadachines, incluso diría que hay hábiles jugadores de naipes y bebedores de ron. Pero definitivamente jamás tuvimos un buen cocinero.—
Gregor estaba perplejo, simulando desesperación dijo: —Dime que en este momento está timoneando la nave, y te pediré que me arrojes a los tiburones .—
Favre lanzó una carcajada y al terminar dijo: —No señor, aún no hemos probado sus habilidades de timonel. Aunque uno nunca sabe capitán.—
Gregor sonrió, y en tono serio dijo: —Esa muchacha se ha ganado el corazón de los hombres, pero tú lo sabes amigo, es una granada en nuestras manos, y debemos hacer algo antes que estalle.—