Fragmento N°61

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La práctica de tiro se había extendido durante toda la tarde hasta promediar el medio día. Durante la jornada, habían acertado al blanco innumerables veces, lo cual habían convertido a los barriles en una especie de puercoespín flotante.

Elizabeth había consultado a Greg respecto a la utilización de arcos y fechas, en un mundo de mosquetes, pistolas y cañones.

Greg, como un niño que le solicitan que hable respecto a su pasatiempo favorito, se había explayado al respecto:— Un arma de fuego es letal, y cualquiera puede aprender a manipularla con unas pocas horas de horas de buena instrucción y práctica.—

Edahi se había sumado enérgicamente a la discusión: — El arco y la flecha son elementos complejos de blandir, es más que solo presionar el gatillo y cruzar los dedos para que luego de la humareda tu enemigo haya caído.—

Greg complementó: —Las armas de fuego son ruidosas, se atascan, y su recarga puede volverse una tarea compleja en el fragor de la batalla.—

Elizabeth volvió a cuestionar:—Si por mi fuese, creo poder acertarle al cráneo de un hombre con mi pistola antes de que él logre tensar la cuerda de su arco.—

Gregor frunció el ceño y respondió:— Nadie cuestiona su determinación madame, pero a donde vamos, puede que el sigilo que brinda una flecha bien acertada nos permita avanzar en nuestro propósito sin que el disparo de un mosquete coloque a toda una guarnición en nuestra persecución.— Elizabeth suspiró y encogió los hombros, para dar por finalizada la discusión.

Greg alzó las voz para dirigirse a sus hombres:— ¡Recojan los barriles, recuperemos las flechas, luego de almorzar pondremos a prueba las culebrinas!.—

Al unísono todos los hombres gritaron:—¡Si capitán!.—

Greg comentó en voz un poco más suave, mirando a Elizabeth y sonriéndole :—Y allí veremos si la Srta Hein es tan hábil como nos menciona, manipulando armas de fuego.— Elizabeth se mostró sorprendida, pero rápidamente respondió a Greg con una sonrisa y regodeándose:—Se arrepentirá se su hombría, cuando logre que un cañón bajo mis ordenes, dispare el doble de rondas que cualquiera de los suyos.—

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