Fragmento N°75

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Greg permaneció en silencio algunos segundos mientras Elizabeth continuaba entre sus brazos con la cabeza recostada sobre su pecho.

Ocasionalmente cada pequeños lapsos, Elizabeth dejaba escapar parte de su angustia de manera más intensa, desencadenando un breve estallido de lágrimas. Cuando esto ocurría, ella intentaba adentrarse más aún entre los pectorales de Gregor, y sus manos se aferraban a su camisa de tal manera que parecía estar a punto de desgarrarla en mil pedazos.

Con el correr de los segundos, lentamente la respiración de Elizabeth fue aminorando hasta su ritmo habitual. Las lágrimas se detuvieron y una calma invadió la habitación, el silencio fue tal que solo la respiración de Arthur aún inconsciente, era lo único que se escuchaba.

Elizabeth emergió entre los brazos de Greg y miró hacia arriba, en dirección a sus ojos. Si bien estaba oscuro, Greg pudo ver sus ojos de manera directa, color ámbar, reflejando la luz de las velas, aún húmedos por las lágrimas.

Elizabeth habló:— No se qué hacer. Muchos días me debato sobre escapar de aquí, volver a Europa, o encontrar una nueva vida en estas tierras, incluso he llegado a pensar que volver con mi padre pueda llegar a ser una opción.—

Greg la miró sorprendido, aún conteniéndola entre sus brazos dijo:—Creí todo este tiempo, que tu única ambición era regresar con tu padre.—

Elizabeth sonrió sarcásticamente y negó con su cabeza sutilmente, mientras lo hacía dijo:— Hay muchas cosas que Aidan Gregor desconoce del renombrable almirante de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, Piet Hien.—

Luego de decir esto Elizabeth hizo un leve movimiento hacia atrás para liberarse de los brazos de Gregor, y con sus manos se limpió las lágrimas y acomodó el cabello, quedando a unos pocos pies enfrente de Greg.

Recomponiendo su voz, Elizabeth dijo:—Bueno, creo que debo retirarme, no ha sido un buen día para nadie en este harapiento barco.— Se dirigió hacia la puerta y al pasar por al lado de Greg este la tomó del brazo, ella no hizo ningún esfuerzo por desprenderse, y dejo que su cuerpo fluyera cuándo Aidan Gregor besó su boca.

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