Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Un haz de luz incursionó por el ojo de buey hasta dar sobre la pared del habitáculo, poco a poco fue aumentando su inclinación según el sol iba ascendiendo por la mañana.
Pero lo que despertó a Greg no fue la luz, sino un sonido particular que hacía tiempo no oía, y que le indicaba que se estaban aproximando a tierra nuevamente.
Con los ojos cerrados, aún semi dormido, y la voz áspera de la mañana musitó: —Benditas gaviotas. —
Las aves les indicaban que estaban llegando a su destino, Tortuga.
A su lado, Elizabeth se movió sutilmente cuando escuchó la voz de Greg, pero continuó durmiendo.
Gregor abrió los ojos, giró su cabeza y quedó algunos segundos contemplándola.
Estaba de espaldas, y con su vista recorrió su figura, prestando atención en las ondulaciones que generaba su silueta, su cuello, hombros, cintura y cadera.
Lentamente se incorporó para no despertarla, puso sus pies sobre el suelo y comenzó a vestirse. Tomó sus botas, y se dirigió hacia la puerta sin colocárselas, sus pies descalzos hacían menos ruido. Colocó su mano sobre el picaporte, pero la voz de Elizabeth lo detuvo: —Solo los que roban o hurtan se retiran en silencio Aidan Gregor.—
Greg sonrió y giró para verla. Elizabeth seguía en la misma posición, recostada, completamente desnuda, solo que ahora había abierto sus ojos y lo miraba directamente.
Greg se excusó, mientras encogía los hombros: — Jeje, no ha sido mi intención, no pretendía despertarte. —
Elizabeth sonrió sutilmente y dijo: —Lo que tú pretendes es una incógnita para mí.—
Greg volvió a acercarse a la litera donde ella se encontraba, y se inclinó para besar su frente mientras decía: — Lo que pretendo es volver a ingresar en unos minutos por esta puerta con el desayuno.—
Elizabeth indicó: —Entonces está usted excusado, puede retirarse.—
Greg giró y volvió a dirigirse hacia la puerta, la abrió y cerró lentamente detrás de sí para recorrer el pasillo hacia la escalera que lo llevaría a la cubierta superior.
Se encontraba notoriamente animado, estaban por llegar a tierra, re aprovisionarse, y algo más llenaba su alma por dentro, como nunca antes lo había sentido.