Fragmento N°84

Lee la historia completa desde el Fragmento N°1

Cualquiera que escuchara a Roger hubiese intuido que el hombre tenía algo de holandés, su acento y el rojizo de su cabello y barba lo evidenciaban. Mientras conversaba en voz baja con el dueño del lugar, su enorme contextura desentonaba entre los hombres que murmuraban y bebían desperdigados por el bar.

Al arribar a Tortuga, Piet Hein había desplegado varios de sus hombres en el mercado, infiltrados como comerciantes y apostadores. Habían montado su centro de operaciones en una de las habitaciones de la posada en la parte baja de la ciudad, contigua a la taberna en la cual se encontraban ahora.

Murphy, era el dueño de “La Barracuda”, un galés anciano que había decidido asentarse como comerciante hacía tiempo en Tortuga. Si bien la historia no era del todo clara, se rumoreaba que Murphy se había casado con la hija del anterior dueño, y había heredado tanto la posada como la taberna, luego de que este muriese en un accidente de pesca.

Hein se encontraba con su hombro recostado contra la pared, y sus brazos cruzados, mientras escuchaba la conversación entre Roger y Murphy.

El galés recitaba: —¡Por mil demonios! Por supuesto reconocería al Celta si lo viese. Han pasado meses, pero ese bastardo se ha sentado allí́ a beber en más de una ocasión mientras repostaba en este puerto.—

Roger siguió́ con su vista la mano de Murphy, hasta observar el taburete que este señalaba, ahora ocupado por un marinero desalineado y ebrio.

Roger respondió́: —Solo espero anciano, que tus hombres logren avistarlo en cuanto ponga un pie en esta porquería de ciudad.—

Murphy, indignado dijo: —Para ser un marinero avezado, usted no sabe con quién está tratando, sé todo lo que ocurre en esta ciudad, supe de ustedes en cuanto ingresaron a la bahía, antes de que su apestoso aliento holandés resoplara ante mi.—

Roger cerró el puño e inclinó su brazo hacia atrás para tomar envión y golpear al cantinero, pero Piet Hein tomó su mano.

Calmado, en voz pausada dijo:—No es necesario, está allí́.—

Roger alzó la vista, y logró distinguir a un hombre, acompañado de lo que parecía ser un nativo, era él.

Deja un comentario

%d