Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Favre observaba con perspicacia como el mercader contaba las monedas de plata que este le había entregado a cambio de las mercancías que habían adquirido.
Desde que se habían separado de Greg y Edahi, el galo junto con el cabo Smith y Umbukeli, se habían encargado de adquirir las provisiones necesarias para el largo viaje que les aguardaba a través del atlántico hasta Ozuori en la costa africana.
Smith había partido hacía ya casi una hora en dirección al lado sur de la isla, donde se encontraría con el grumete Hicks y coordinarían la carga de provisiones para El Retiro que se encontraba reposando plácidamente en esa parte oculta de la bahía sur. Habían rentado un grupo de esclavos que marchaba en fila india como un sinfín de hormigas, cargando barriles de pólvora, provisiones, y otros pertrechos que serían necesarios para la ardua travesía.
Favre aún estaba en busca de insumos de menor valor estratégico para el viaje, pero que aún así eran de vital importancia para la salud y el ánimo de todos en la nave. Luego de recorrer varias tiendas consultando precios con su particular acento francés, adquirió velas, algunas cajas de ron, un maso de naipes y dados nuevos, y otros utensilios.
Envió a Umbukeli en busca de dos porteadores para realizar la travesía con las mercancías. Minutos más tardes el somalí regresó con dos candidatos. Uno era un niño de no más de doce años, delgado pero fornido, cuando Favre colocó en sus manos un cajón de velas nuevas, notó como las manos del joven estaban invadidas de callos y marcas por años de trabajos forzados. Lo miró a los ojos para descifrarlo, pero su vista se distrajo en las marcas que él pequeño tenía sobre ambos hombros, signos de los azotes que sufría en manos de su amo.
—¿Cómo te llamas?— Preguntó Favre
El joven apenas abrió su boca, de entre sus labios emergió su nombre como un susurro:—Mnyma.— dijo.
Favre volvió a tomar la caja de velas, quitándola de sus manos, y se la entregó a Umbukeli. Dijo, señalando unos recipientes en el suelo a su lado: —Eso es lo único que resta, adelántate con ambos porteadores, en cuanto regrese Greg y Edahi partimos. —